A mi soledad.

06.09.2022

  

Querida amiga,

Tú que me conoces mejor que nadie,

tú, qué a pesar de querer esquivarte tantas veces, me has dado encuentro... hoy te busco.

Déjame refugiarme en ti, en tu paz y en tu socorro.

En tu silencio que se materializa en el sonido de las olas cuando acarician las rocas, en el aire que atraviesa las hojas, en la lluvia... o el fuego cuando arde en la leña...

Esos pequeños momentos de felicidad donde solo el diálogo conmigo misma da lugar a palabras.

Te necesito querida compañera, sólo contigo encuentro sosiego.

Largas caminatas con mi mirada perdida en el horizonte, que por momentos se vuelven a mis huellas y me atormentan pensando en el tiempo pasado, en mis errores... en tantos interrogantes.

Preguntas y preguntas a las que me cuesta encontrarles respuesta, o por el contrario, que las tenga tan claras que el miedo me vuelva incapaz de reconvertirlas.

Querida amiga, presióname el pecho para adormecerlo y que mi corazón desacelere, calme y tranquilice.

Que encuentre luz para seguir latiendo y emocionarse.

Retornar a esas huellas y que a partir de ahora al mirar atrás las perdone, las tome de la mano y me acompañen hacia adelante.

Será un camino difícil, pero ¿alguna vez fue fácil?

No, no lo fue, sólo que la costumbre ha hecho su trabajo implantando una rutina y anestesiando sentimientos.

Es hora de reinventarse.

Querida amiga, no me sueltes la mano.