Bailemos.
Salta a la pista.
¡Desmelénate!
Deja que la música se adentre en cada uno de tus poros impregnando tus sentidos…
Y baila.
¡Despliega tus alas y siente la libertad!
Deja la puerta abierta de tu jaula para entrar y salir a tu antojo mientras vas y vienes descalza dejando que tus pies se ensucien.
Y baila.
Sin vergüenza, sin temor a nada… solo baila.
No se acaba el mundo porque alguien no te quiera.
Mira a tu alrededor, allí estarás en miles de rostros con pedacitos de ti.
Pedacitos de amor que te son devueltos en fotogramas de sonrisas.
Y baila, sigue bailando.
Desnúdate el alma en cada acorde.
¡Gira y da mil vueltas!, ¡maréate!, ¡salta y canta...!
Si, ¡canta fuerte!
Desafina en cada grito desordenando tu alma, porque solo en ese desacompasado cantar podrás reconstruirla para que todo vuelva a encajar.
¡Suéltalo todo!
Estás rodeada de manos que aplauden tus logros y de espaldas que los ignoran.
No las mires, no proyectes tu dolor en ellas… a tu dolor ¡súdalo en cada compás!.
Refléjate en cada brillo de la pista y repítete cada vez más fuerte:
¡Tengo que bailar seriamente contigo!