¿Decidimos?
Suspiro. Pulso el botón de stop y el mundo se detiene.
Y ahora, en la mayor quietud y el mayor silencio déjame contarte…
…que hay puentes, escaleras, caminos y abismos…
Déjame decirte que tu día no depende de con qué pie te levantes.
Déjame confesarte que en la vida hay que tomar decisiones, que equivocadas o no, caminarán siempre de tu mano. Que la vida es dura y siempre (siempre) nos pasa factura.
Que todos los caminos no llevan a Roma, pero si comienzan con pequeños pasos siempre hacia adelante, ilusos, creyendo vislumbrar la meta.
Sin embargo, no todos tienen el final donde creemos, algunos te enredan sin darte tregua..., y ahí querido amigo, justo ahí empieza a complicarse la historia y toca decidir…
Malditas y benditas decisiones.
La simpleza de abrir tu ropero y elegir que ponerte, o la complejidad de renunciar, quedarte, mudarte, o estar solo…
Decisiones que te harán cruzar la línea de lo que está supuestamente bien.
Decisiones que te harán cruzar la línea del no retorno.
¿Quedarte con la culpa o con las ganas?
Especialistas en tomar decisiones.
Creemos acertar equivocada…, y equivocadamente desacertamos.
Y así, entre decisiones pasa la vida.
Se nos fisura el alma como un lienzo resquebrajado, por el que, a través de sus descosidos se cuelan los miedos, desasosiegos y quebrantos más profundos.
De a ratos vuelve a ondear en entera apariencia cuando el aire le retorna momentos de felicidad, gestos bonitos o unas simples palabras bondadosas.
Y cuando el viento de las dudas erosiona y deshilacha, somos capaces de hilvanar unas pocas letras y formar las palabras más bellas para volver a sanar…
Y ahora…, cierra los ojos, apaga los ruidos de afuera y simplemente enciende tu música interior, porque el amor propio, sin duda, es el mejor de los amantes.