Estar vivos.
No discutas.
No te enfrentes.
No contestes.
(déjalo así)
No pretendas un final cuando se te nota que prefieres un mar en calma que enfrentarte a la tormenta.
¡Llámame cobarde!, tal vez lo sea.
Cuantas veces pronunciaste un ¡basta!, sin darte cuenta de que te mentías en cada afirmación.
En miles de conversaciones, se lo dijiste a tu hermana, a tu amigo, a tu vecina y hasta al taxista que te llevó al centro aquella mañana.
Lo hacías por inercia intentando "reforzar" tu decisión, como si repetirlo más veces y más fuerte te obligaría a llevarlo a cabo.
Miras a tu alrededor y no puedes evitar pensar, ¿Qué te pasa, qué me pasa, qué nos pasa?
Deseas gritarlo a los cuatro vientos…, subirte a una de las rocas de tu playa favorita y dejarlo rugir desde tus entrañas tan fuerte para que te oiga el mundo y a la vez tan débil para que se pierda en el silencio del entorno, permitiendo así que el dolor se quede dentro…,
por no discutir,
por no enfrentarte,
por no contestar…
(por dejarlo así)
Y pasan los días…
Por todo eso… me declaro fan del tiempo en soledad, de escucharme los silencios y perderme en los paisajes de mi alma. Será la edad, pero llevo un tiempo de llanto, ese llanto profundo que limpia y desahoga, que muchas veces es sin motivo aparente, y otras por mí, por ti y por todos.
Y al igual que lloro, río..., y me paseo así por la vida, entre un quebranto continuo y una hermosa sensación de vivir, atravesando calles de lágrimas a risas con solo reconducir un pensamiento o refugiarme en una mirada bella.
¿Cobardía o conformismo?
Ni una ni la otra. A veces no podemos con todo y también está bien, "pasotismo" bien entendido le llaman, dejar que todo sea…
… y que el destino, el karma o el sanmartín de cada cerdo hagan lo que tengan que hacer.
Solo tenemos la certeza de estar vivos.