Huequecitos.
¿Y si cogemos una cuerda y comenzamos a enlazarle notitas como si de un diario se tratara?
Sin hacerle un nudo al final, soltándole metros de más para que nunca le falte espacio y poder seguir sumándole anécdotas.
Que siempre tenga un huequecito para todo lo que merece quedarse contigo como los buenos momentos, pero también dejando algunas en blanco que te sirvan para volver a contar (te), conectar (te) o recordar (te) cuando lo necesites.
Habrá algunas que leerás una y otra vez, que te sacarán sonrisas aunque pase el tiempo y te las sepas de memoria, otras tal vez ni merezcan ser releídas hasta que sanen..., como las que dedicarás a personas que llegaron por casualidad y se marcharon por necesidad, aquellas que entraron por la puerta grande y cabizbajas, se fueron por la de atrás.
Pero en tu corazón siempre mantendrás vivas las que dedicarás a las personas que se quedaron, a las que te valoran y te abren los ojos sin llorar, pero sobre todo sin juzgar.
Aquellas que te sacan a flote y nadan contigo en mar abierto.
Las que te sostienen el pelo y te tienden un vaso de agua cuando vomitas dolor con sabor amargo.
A las que son un faro cuando estás perdido, y dan pequeños pasitos a tu lado para llegar cada vez más lejos arrojando luz al camino con la claridad de una mirada.
A las que celebran tus éxitos como si fueran suyos y no les importa hacer el ridículo contigo si es para sacarte una sonrisa, y a las que se conviertan en tu brújula cuando te pierdes en laberintos sin salida.
A veces no vale ponerle puntos suspensivos a la vida, más bien tomar aire, respirar profundo y atreverse a poner un punto y aparte.
A veces pierdes un tren, pero ganas un amigo en la estación.
Hay personas con las que el final de la función ya está anunciado de antemano, que bajan el telón y llevan la palabra "FIN" escrita en la frente, que te aplauden por cortesía, que nunca te han querido de verdad, porque sencillamente…, tienen fecha de caducidad.
No permitas que nadie te lastime para luego vanagloriarse… pretendiendo sanarte.
No permitas que nadie te invite a bailar a la pata coja para luego vanagloriarse... pretendiendo sostenerte.
Porque no todo cuenta, no todo vale, y no todo llena los
huequecitos de tu cuerda tanto como las notitas que dedicaste a aquellos que te hicieron y te hacen sentir bien...