Laberinto.
En el irónico laberinto de la vida... dos almas vagaban curiosas.
Él allí.
Ella aquí.
Abrigados del olvido.
Chapoteando otros besos.
Garabateando momentos.
Nacieron, vivieron y murieron cientos de veces.
Riendo triunfos y llorando derrotas.
En sus vertiginosas carreras se acurrucaban en rincones de los que les costaba despedirse, en los que se acortaba tanto la distancia que podían sentirse…, pero el laberinto no se los ponía fácil y volvía a alejarlos sin ellos saberlo.
Continuaban su camino pensándose y dando coba a las zancadillas que el destino caprichoso les ponía por delante.
Se espiaban de puntillas deseándose, sin poder tocarse.
En un breve espacio de tiempo se encontraron frente a frente, y mientras sus miradas hablaban, la vida tiraba de ellos en sentido contrario con la promesa de que volverían a verse…
Les dijo "no hay distancia sin destino" …, y ellos confiaron.
Amantes de sus sonrisas continuaron vagando por la vida, yendo y volviendo de ningún lado.
Y un día cualquiera sus caminos distantes coincidieron en un tramo de aquel laberinto irónico que les dio permiso para que detrás de un beso robado se fundan piel con piel...
... y cerraron sus ojos,
... y se respiraron profundamente danzando juntos a la par de sus latidos...
Pero nada dura para siempre…
Él, con la luna en su ombligo.
Ella, con un eclipse en su corazón.
Y ambos, con el cielo a sus pies.
No sabrán nunca si llegarán a ser el amor más bonito de sus vidas, pero tendrán la certeza de ser el desacertado acierto que rehusaron marchitar...