Limpieza

25.10.2024


Hace unos días hice limpieza de armario, el de la ropa y el de la cabeza.

Con el de la ropa no puedo decir que me quedé solo con lo necesario, tengo una leve tendencia a acumular "por si acaso(s)", por si acaso engordo, por si acaso adelgazo, por si acaso me hace falta.

Pero en el armario de la cabeza hice todo lo contrario, escribí en grande aquel "por si acaso me hace falta", lo puse encima de la mesa, lo leí una y otra vez analizándolo lo más exhaustivamente posible, y me pregunté por aquello que realmente me hace falta, entonces para responderme le di la vuelta a la pregunta…

No me hacen falta las promesas incumplidas, las que me hicieron y las que me hice yo.

No me hacen falta los malos recuerdos, aunque me hayan dejado las mejores enseñanzas.

Ya no necesito viejos rencores que me ponen piedras en el camino.

Tampoco necesito sueños que ya no puedo cumplir. Y ¡no!, no me digas que nunca es tarde, que aún se puede, que todo lo que me proponga… ¡que va!, la psicología de autoayuda te la regalo. Aquí y ahora… los pies sobre la tierra.

Así deseché algunos enfados que aún guardaba para cuando llegue el momento… porque cuando llegue el momento mi corazón y mi razón se darán la mano para que, simplemente, pase lo que tenga que pasar.

Tiré a la basura la lista de cosas que jamás empecé, y aquellas que empecé y quedaron sin acabar, por algo será.

Cuando llegué a los "inconclusos" pensé en las veces que intenté resolverlos, que forcé cerrar el círculo presionando de un lado y de otro y el inmenso esfuerzo que me supuso para nada, porque ahora entendí que la responsabilidad es de dos…, si el otro no quiere no se puede hacer nada.

Pasé el trapo por mis pelusas emocionales y las dejé deshacerse en el aire.

A la mancha de la culpa sigo frotándola con todas mis fuerzas.

A la tristeza y al desánimo les advertí que el tiempo no lo cura todo, pero es un gran amigo.

A los miedos e inseguridades les apagué la luz y a las decepciones les pasé la mopa.

Por último, miré miles de fotos, hay personas que ya no están…, las que sin avisar se llevó la vida y las que se han ido porque han querido. Les agradecí todos y cada uno de los momentos compartidos, y embriagada en nostalgia, me despedí de ellas con solo un adiós.

Si miro hacia atrás, no lo puedo cambiar.

Si miro hacia adelante, no lo puedo controlar.

Pero si miro el hoy, puedo vivir con lo necesario.

Así que lancé un suspiro al cielo y dejé la ventana abierta para que el aire se lleve aquello que ya, "no me hace falta".