Matices.
En la escala de colores me quedo con el gris.
Me encanta el gris, aunque esté asociado a la tristeza, quizás porque yo sea triste, o no… pero me gusta el gris.
Es la luz abriéndose camino entre el negro y el blanco.
Es armonioso y tranquilo, no sé si soy o llegaré a ser armoniosa, pero desde luego no soy tranquila…, así y todo me identifico en el gris.
La luna sonríe de gris.
Detrás de los días grises se esconde el sol.
El gris es monótono pero tan solo le basta una gota de color para transformarse, al igual que lo hace una mirada triste cuando se refleja en una sonrisa.
Confieso que alguna vez me sentí presa entre el todo y la nada, donde barajaba solo dos opciones…, fui determinante por no saber ser equidistante.
Ahora me he vuelto amante de la zona gris, donde juegan a las cartas lo bueno y lo no tan bueno, que no malo...
Grises son aquellas fotos que la memoria imprime al corazón.
Gris es el color del acero, semejante a la dureza de las almas cuando estas se cansan de tanto sufrir.
Gris es el idioma que habla el cabello para contarnos con ternura que el tiempo pasa.
Grises son las aceras que a veces brillan con el agua de lluvia.
Gris es el mar cuando las nubes lo reflejan.
Gris es el presente cuando hablamos de pasado y futuro…
Gris es la carretera que elige nuestro próximo destino.
Gris es el ahora que camina entre siempre y nunca…
Ni negro ni blanco. Ni claro ni oscuro. Ni bueno ni malo.
Solo matices.