Mi pequeña versión de una leyenda...
Él era un andariego por los confines de la tierra, buscándose, buscándola…
Siempre llevaba consigo la punta de su hilo rojo que no llegaba a su fin, enredándose en cada esquina y dando mil vueltas a su alrededor.
Iba y venía en un vaivén infinito de emociones encontradas.
Buscándola incesantemente creyó encontrarla en otras pieles, en otras miradas, viviendo amores que al despertar se convertían en efímeros momentos, evaporándose para terminar siendo nada…
El hastío se hizo presente en su vida convirtiéndola en un eterno esperar. Su cuerpo, ya cansado de buscar se rindió a la monotonía y se aferró a la rutina que lo hacía sentirse protegido…
En el silencio más profundo pedía a gritos sentirse vivo.
Necesitaba volver a amar.
Necesitaba volver a sentirse amado.
Y en esa tediosa rutina, un día cualquiera el hilo comenzó a acortar distancias cuando una mirada, también cansada de esperar, se cruzó con la suya…
No importa el tiempo, ni el lugar ni las circunstancias, a veces las casualidades son tan poderosas que no parecen casualidades…