Pruebas.
Recuerdo cuando era niña aquellas "pruebas" que nos ponían en la escuela, esos pequeños exámenes que hacíamos semana si, semana no, para evaluar como llevábamos aprendidas las lecciones…, recuerdo ir de camino al colegio con el corazón temblando en el que mi mayor preocupación era sacar "buena nota".
Como nos cambia la vida.
Como lo sencillo se va volviendo complicado o, mejor dicho, como vamos complicando lo sencillo.
La vida es así de caprichosa.
Nos pone a prueba.
Nos pone pruebas.
Y constantemente nos aprueba y desaprueba.
Algunas son fáciles de sobrellevar y otra difíciles de sobrevivir.
A veces se convierten en pequeños logros como aquella receta que hiciste cientos de veces hasta que te salió bien, ¿recuerdas?
Otras son las que hacen que te sientas como si hubieses escalado la más alta y difícil de las montañas.
Dicen que hay que enfrentarse a las cosas para tener el poder de sanarlas.
Cuando menos te lo esperas y lo peor de todo, como si nada hubiese pasado, suena el teléfono y al otro lado te hacen una pregunta... Desorientada y en medio de la confusión te detienes, y piensas, y contestas. Y te dices a ti misma: "¡Lo has hecho bien!"
Y te das un pequeño golpecito de aprobación en la espalda.
Cuando menos te lo esperas, en un tan difícil como jodido (a través de) "a través de", vuelves a cruzarte con esa mirada que en algún momento fue cómplice, ahora reconvertida en nada, y todo se remueve en tu interior, pero consigues para tu bien, que no te domine la nostalgia, porque aún no es el momento.
Y vuelves a darte otro golpecito de aprobación en la espalda.
Cuando menos te lo esperas, el tiempo se burla de ti, y con un indulgente sarcasmo te da una bofetada para decirte que el tiempo pasa y que es hora de que despiertes...
Así vas pasando por la vida, aprobando y desaprobando, con más o menos nota.
Cuando pequeña volvías a tu casa agitando la prueba en la mano, contenta de que habías aprobado porque eso significaba que habías aprendido la lección. Bendita inocencia...
Y ahora, irónicamente, aprendes la lección a golpe de suspensos.
Pequeñas grandes pruebas para que sientas que poco a poco tu
corazón va sanando, para que veas que las grietas se van cerrando haciendo tu muro cada vez más fuerte.
Confía.
Porque en la vida nada es cuestión de buena nota, en la vida más bien, todo es cuestión de "ir tomando nota".