Secreto.

Shhhhh, te voy a contar un secreto, es un secreto a voces que a veces hay que recordar.
¿Sabes?, es cierto eso que dicen que nunca llueve a gusto de todos.
Verás...
Si vistes bien, eres vanidosa. Si vistes mal, descuidada.
Si lloras, das pena. Si te emocionas, intensa. Pero si te ríes mucho, quizás ¿una despreocupada?
Si engordas, te machacan. Si adelgazas, ¡estás enferma!
Si cuentas mucho de ti, eres egocéntrica. Pero si no cuentas nada… ocultas.
Si te despistas, tonta.
Si dices lo que piensas, arrogante. Pero si te callas, cobarde.
Si piensas demasiado, jodida. Y ya si te justificas, problemática.
La lista es larga…
Y un día te levantas con los pelos revueltos, no te apetece peinarte, quizás ni te apetezca salir de la cama y mucho menos asomarte a la calle.
Es complicado esto de quererse.
Es difícil esto de aceptarse.
Así que…
¿Qué más da si eres de las que justo el día de más calor se ponen las botas?
De las que salen sin paraguas con el cielo encapotado.
De las que ríen mientras lloran, y lloran mientras ríen.
De las que hacen la lista del super y luego se le olvida sobre la mesa.
De las que tropiezan con la piedra, y hasta se encariñan con ella.
De las que escuchan canciones tristes cuando están mal, para sentirse aún peor…
¿Qué más da si tus tatuajes son de cicatrices y no de tinta?
Lo sé, es difícil, pero insiste en grabarte a fuego que lo que piensen los demás no está en tus manos, es complicado esto de quererse las imperfecciones por intentar encajar.
Esas imperfecciones tan tuyas son las que te hacen única, úsalas como un escudo para seguir siendo tú, y deja que los demás hablen.
Verás como logras convertir su murmullo en música y con el tiempo... les bailarás despeinada.